domingo, 16 de marzo de 2008

Para leer con vaselina

«Ahora bien, ¿es posible el amor entre los homosexuales? O, formulada más concretamente, ¿es posible que una pareja homosexual pueda llegar a la complementariedad en el afecto? La psiquiatría y la psicología, en este particular, tienden a ser enfáticas: no es posible, en un máximo porcentaje, que las personas homosexuales que deciden vivir en parejas, logren la firmeza, la estabilidad y el equilibrio que sí es posible encontrar, por ejemplo, entre las parejas heterosexuales. ¿Por qué esta imposibilidad? Básicamente porque el fundamento de este tipo de parejas no es el amor, sino un sentimiento narcisista –y por tanto indigente- de búsqueda desordenada en la otra persona de lo que no se tienen en sí mismo. Dicho más claramente, la persona homosexual piensa encontrar en el otro lo que en sí mismo no encuentra. Una vez desaparcido el “encanto” y el “atractivo” primeros, la pareja se disuelve, con la constante de que uno de los dos queda en una grave situación de crisis emocional y afectiva. No son fácilmente constatables en la realidad y en la experiencia los casos en que la pareja homosexual haya conocido, como razón de su separación, la muerte de uno de los dos.»

Eso lo decía un tal Fray Nelson... Inestabilidad, narcisismo, crisis emocional, muerte... Que somos la peste, vamos! Así las cosas, tampoco puedo amar a Dios, aunque, en un momento dado, es posible que me lo folle.

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