miércoles, 19 de noviembre de 2008

Ser gay

Ser gay es sólo una parte de lo que soy
Al crecer siempre sentí que era diferente de los demás. Tenía muchos amigos, jugaba deportes —todo lo que suele hacer un niño. Pero algo era diferente. Cuando tuve 12 o 13 años comencé a darme cuenta de que me atraían otros chavos. Me excitaba pensar sexualmente en mis amigos y compañeros. Besar a una niña me parecía lo menos excitante. Vacilé mucho en ponerme etiquetas, pues temía quedarme eternamente “diferente”. En los noticieros y en la escuela oí hablar de crímenes de odio contra gays y lesbianas por lo que me dio miedo ser gay. Mis compañeros siempre utilizaron –y utilizan— términos como “puto” o “marica”. Ser gay me parecía algo muy negativo. No quería verme marginado o que se burlaran de mí. Más adelante, me di cuenta de lo difícil que sería esconderle mis sentimientos a mis amigos y a mi familia, y de manera especial a cualquier muchacho que me gustara. Después me entusiasmé mucho con un chico y no tuve nadie con quien hablar o comentarlo. Decidí entonces que ya era tiempo de salir del clóset.

La primera vez
Recuerdo lo asustado que estuve la primera vez que le dije a alguien que yo era gay, pero a medida que se le fui diciendo a más y más gente, todo el proceso se volvió menos angustiante. El Internet fue muy útil. En línea le dije a mi amiga más cercana, Jessica, que tenía algo importante que decirle. Luego de morderme los labios y darle el clic al ratón, ya estaba hecho. Sabía que ella sería buena onda porque ya conocía a algunas gentes gay. Cuando finalizó todo me sentí verdaderamente bien por poder hablar con alguien acerca de esto.

El único problema a la vista era decírselo a mis padres. Preferí dejarlos en la oscuridad. Me escabulliría para encontrarme con otros chavos mintiéndole a mis padres sobre adónde iba. Mis papás tienen amigos gay, y yo sé de algunos miembros gay de mi familia, pero no sabía cómo reaccionarían al saber que su propio hijo es gay. Un día decidí que ya estaba harto, así que primero senté a mi madre y directamente se lo dije. Me dijo que ella y mi padre ya lo sabían, pero no estaban seguros.

Mis padres estaban dispuestos a aceptar mi sexualidad porque soy su hijo. Tuve mucha suerte, porque conozco gente gay cuyos padres reaccionaron de manera muy extraña. Conozco gente a la que han corrido de sus casas, insultado, e incluso agredido físicamente. Ahora todo está bien. Mis amigos y mi familia aceptan mi sexualidad y vivo mi estilo de vida abiertamente. Ya no me siento incómodo cuando la gente me pregunta si soy gay y tampoco me siento diferente. Ser gay es simplemente parte de lo que soy, pero no es todo lo que soy.
No tuve gente a la cual dirigirme en el proceso de salir del clóset, pero ahora formo parte de la organización Gay-Straight Alliance de mi preparatoria, y desde ahí promovemos la diversidad y la tolerancia en el ámbito escolar.

¿ Por qué salir del clóset?
Además del alivio que representa, hay muchas otras razones para salir del clóset: dejar atrás los secretos, hablar abiertamente del tema con amigos y familiares, eliminar el miedo de que te “descubran”, liberarse de la presión de tener que relacionarse sexualmente con alguien del sexo opuesto, y por supuesto, besar a ese hermoso chico o chica a quien le has puesto el ojo encima, claro, si él o ella está de acuerdo.
“ Salir del clóset hace que los adolescentes se sientan mejor, porque también se sienten honestos y sinceros consigo mismos”, dice Amy Kobeta, vocera de la organización civil estadounidense Padres, Familias y Amigos de Lesbianas y Gays (PFLAG), de Washington, DC. Pero también dice que los adolescentes se enfrentan a problemas diferentes que los de los adultos en el proceso de salir del clóset: “Los adolescentes son legalmente menores de edad y dependen física y económicamente de sus padres o tutores. Por ello es necesario que puedan imaginar o predecir cómo van a reaccionar sus familias y planear qué hacer en caso de que no respondan bien”. Así que si tú eres un o una adolescente que desea salir del clóset, busca a otras personas que puedan ayudarte. Puedes hablar al servicio de ayuda de una organización gay o a un amigo en quien confíes. También puedes dirigirte a un grupo de apoyo.

(Tomado de Network for Family Life Education, State University of New Jersey, 2005. Traducción: Carlos Bonfil).

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